domingo, 8 de febrero de 2015

Papa Francisco alienta equilibrio armonioso y sin ideología entre hombre y mujer

El recibir a los participantes de la Asamblea Plenaria “Culturas femeninas: entre igualdad y diferencia” del Pontificio Consejo para la Cultura, el Papa Francisco alentó a una mayor participación de la mujer en la vida de la sociedad y de la Iglesia, y advirtió que la ideología no deja ver la realidad de las semejanzas y diferencias entre hombres y mujeres.
La Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Cultura se celebró del 4 al 7 de febrero en el Vaticano.
En sus palabras para los participantes del evento, Francisco señaló que el tema elegido para la Asamblea “me ha llegado al corazón, y ya en diversas ocasiones he tenido la ocasión de tocarlo y de invitar a profundizarlo”.
“Se trata de estudiar criterios y nuevas modalidades con el fin que las mujeres no se sientan invitadas, sino plenamente participes de los varios ámbitos de la vida social y eclesial”.
El Papa subrayó que “la Iglesia es mujer, la Iglesia, no el Iglesia. Esto es un reto que no se pospone más”.
“Lo digo a los pastores de las comunidades cristianas, aquí en representación de la Iglesia Universal, pero también los laicos y las laicas en diversos modos empeñados en la cultura, en la educación, en la economía, en la política, en el mundo del trabajo, en las familias y en las instituciones religiosas”.
El Santo Padre indicó que se busca un equilibrio, “pero un equilibrio que es armonioso, no solo balanceado”.
“Este aspecto no debe ser afrontado ideológicamente, porque los ‘lentes’ de la ideología impiden ver bien la realidad”.
Por el contrario, dijo, “igualdad y diferencia de las mujeres - como del resto de los hombres - se percibe mejor desde el con, de la relación, que en aquel del mostrador”.
Francisco destacó que “desde hace algún tiempo que hemos dejado atrás, al menos en las sociedades occidentales, el modelo de subordinación social de las mujeres a los hombres, un modelo secular, sin embargo, nunca han desaparecido del todos sus efectos negativos”.
“También superamos un segundo modelo, el de la pura y simple igualdad, aplicada mecánicamente, y el de la igualdad absoluta”.
El nuevo paradigma, dijo, es “el de la reciprocidad y el de la equivalencia en la diferencia. La relación hombre-mujer, por lo tanto, debería reconocer que ambos son necesarios debido a que poseen, sí, una naturaleza idéntica, pero a su manera. Una es necesaria para el otro, y viceversa, a fin de cumplir verdaderamente la plenitud de la persona”.
El Papa se refirió también a una “segunda temática”, la de la ‘generatividad’ como código simbólico. Esa resulta una mirada intensa a todas las madres, y amplía el horizonte a la transmisión y a la protección de la vida, no limitada a la esfera biológica, que podríamos sintetizar en torno a cuatro verbos: desear, dar a luz, cuidar y dejar ir”.
“Les presento y animo a la contribución de muchas mujeres que trabajan en la familia, en el campo de la educación en la fe, en la acción pastoral, en la educación, pero también en las estructuras sociales, culturales y económicas. Usted mujeres saben encarnar el tierno rostro de Dios, su misericordia, que se traduce en disponibilidad para donar tiempo más que para ocupar espacios, para acoger en lugar de excluir. En este sentido, me gusta describir la dimensión femenina de la Iglesia como vientre acogedor que regenera la vida”.
El Papa también se refirió a “la belleza y la armonía del cuerpo que Dios le ha dado a la mujer”, al tiempo que lamentó “las dolorosas heridas infligidas, a veces con violencia brutal, al hecho de ser mujeres”.
“Símbolo de la vida, el cuerpo femenino es, por desgracia, no pocas veces, atacado y desfigurado incluso por los que deberían ser los guardianes y compañeros en la vida”.
Francisco denunció “las tantas formas de esclavitud, de mercantilización, de mutilación del cuerpo de la mujer, por ello nos comprometemos a trabajar para derrotar a esta forma de degradación que la reduce a un mero objeto de venta para diversos mercados”.
“Deseo llamar la atención, en este contexto, a la dolorosa situación de muchas mujeres pobres, obligadas a vivir en condiciones de peligro, de explotación, relegada a los márgenes de la sociedad y víctima de una cultura del descarte”.
Al referirse a “la mujer y la religión: ¿fuga o búsqueda de participación en la vida de la Iglesia?”, el Santo Padre subrayó que “aquí los creyentes son interpelados de un modo particular. Estoy convencido de la urgencia de ofrecer espacios a las mujeres en la vida de la Iglesia y de acogerlas, teniendo en cuenta la específica y cambiante sensibilidad cultural y social”.
“Es deseable, por tanto, una presencia femenina de más generalizada e incisiva en la Comunidad, para que podamos ver a muchas mujeres involucradas en las responsabilidades pastorales, en el acompañamiento de las personas, familias y grupos, así como en la reflexión teológica”.
Francisco remarcó además que “no se puede olvidar el papel insustituible de la mujer en la familia. Las cualidades de delicadeza, sensibilidad peculiar y ternura, que es abundante en el alma femenina, no es solo una fuerza genuina para la vida de las familias, para la irradiación de un clima de serenidad y armonía, sino también una realidad sin la que la vocación humana sería irrealizable”.
“Se trata también de fomentar y promover la presencia efectiva de la mujer en muchos ámbitos de la esfera pública, en el mundo del trabajo y en los lugares donde son tomadas las decisiones son más importantes, y al mismo tiempo mantener su presencia y atención preferencial y del todo completo especial en y para la familia”.
Sin embargo, alentó, “no debemos dejar a las mujeres solas para llevar esta carga y tomar decisiones, sino todas las instituciones, incluida la comunidad eclesial, están llamadas a garantizar la libertad de elección para las mujeres, para que tengan la capacidad de asumir la responsabilidad social y eclesial, de una manera armoniosa con la vida familiar”.
Al concluir, el Papa alentó “a llevar adelante este compromiso, que encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María, ejemplo concreto y sublime de mujer y madre”.
“Y por favor, les pido que recen por mí y de corazón les bendigo. Gracias”, finalizó.

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