miércoles, 5 de febrero de 2020

Papa Francisco condena la idolatría del dinero, la codicia y la especulación


El Papa Francisco condenó la “idolatría del dinero, la codicia y la especulación”, al reunirse con los participantes de la iniciativa “Nuevas formas de fraternidad solidaria, de inclusión, integración e innovación” realizado en la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales.

En su discurso pronunciado este 5 de febrero en la Casina Pio IV del Vaticano, el Pontífice pidió a los participantes “construir puentes, puentes que favorezcan el desarrollo de una mirada solidaria desde los bancos, las finanzas, los gobiernos y las decisiones económicas”.
El Papa alertó sobre los “cientos de millones de personas que están sumidas en la pobreza extrema y carecen de alimentos, vivienda, atención médica, escuelas, electricidad, agua potable y servicios de saneamiento adecuados e indispensables”, y añadió que “se calcula que aproximadamente cinco millones de niños menores de 5 años este año morirán a causa de la pobreza. Otros 260 millones de niños carecerán de educación debido a falta de recursos, debido las guerras y las migraciones. Esto en un mundo rico ¿eh?”.
“Esta situación ha propiciado que millones de personas sean víctimas de la trata y de las nuevas formas de esclavitud, como el trabajo forzado, la prostitución y el tráfico de órganos. No cuentan con ningún derecho y garantías; ni siquiera pueden disfrutar de la amistad o de la familia. Estas realidades no deben ser motivo de desesperación, no, sino de acción. Son realidades que nos mueven a que hagamos algo”, advirtió el Papa.
Francisco dijo que el principal mensaje de esperanza es que “se trata de problemas solucionables y no de ausencia de recursos”, porque “no existe un determinismo que nos condene a la inequidad universal”.
En esta línea, el Pontífice explicó que a esta “globalización de la indiferencia” San Juan Pablo II la llamó “estructuras de pecado”. “Tales estructuras encuentran una atmósfera propicia para su expansión cada vez que el bien común viene reducido o limitado a determinados sectores o, en el caso que nos convoca, cuando la economía y las finanzas se vuelven un fin en sí mismas”, señaló Francisco.
“Es la idolatría del dinero, la codicia y la especulación. Y esta realidad sumada ahora al vértigo tecnológico exponencial, que incrementa a pasos jamás vistos la velocidad de las transacciones y la posibilidad de producir ganancias concentradas sin que estén ligadas a los procesos productivos ni a la economía real. La comunicación virtual favorece este tipo de cosas”, indicó.
En este sentido, el Santo Padre animó a promover la “solidaridad y economía para la unión, no para la división, con la sana y clara conciencia de la co-responsabilidad”.
“Prácticamente de aquí es necesario afirmar que la mayor estructura de pecado o la mayor estructura de injusticia, es la misma industria de la guerra, ya que es dinero y tiempo al servicio de la división y de la muerte”, dijo el Papa, ya que “el mundo pierde cada año billones de dólares en armamentos y violencia, sumas que terminarían con la pobreza y el analfabetismo si se pudieran redirigir”.
Finalmente, el Papa solicitó una “nueva ética” que supone “que todos se comprometan a trabajar juntos para cerrar las guaridas fiscales, evitar las evasiones y el lavado de dinero que le roban a la sociedad, como también para decir a las naciones la importancia de defender la justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales más poderosas (que terminan por asfixiar e impedir la producción local)”.
Al despedirse, el Santo Padre pidió que “no se olviden de rezar por mí, porque este trabajo no es nada fácil el que me toca hacer; y yo sobre ustedes invoco todas las bendiciones del Señor, sobre ustedes y su trabajo. Gracias”.
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