domingo, 29 de marzo de 2015

Papa Francisco en Domingo de Ramos

Papa Francisco hoy en Misa de Domingo de Ramos. Foto: Bohumil Petrik / ACI Prensa.
La Plaza de San Pedro quedó desbordada de peregrinos que acudieron a celebrar el Domingo de Ramos en una mañana primaveral. Este día se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén a lomo de un burro mientras era aclamado por las gentes.
La celebración presidida por el Papa Francisco comenzó a las 9,30 de la mañana. En el centro de la Plaza, donde está situado el famoso Obelisco, el Pontífice bendijo las palmas y los ramos de olivos y después dio comienzo la Misa, en la que se proclamó el Evangelio de la Pasión.
En la Plaza y alrededores muchos jóvenes escucharon las palabras del Santo Padre. Entre ellos, unos jóvenes que celebraban, como cada Domingo de Ramos, la XXX Jornada Mundial de la Juventud con el lema “Beatos los puros de corazón, porque verán a Dios”.
En su homilía, el Papa animó a seguir el camino de Jesús con humildad y a no renegar de Él, porque “el amor nos guiará y nos dará fuerza”.
“En el centro de esta celebración, que se presenta tan festiva, está la palabra que hemos escuchado en el himno de la Carta a los Filipenses: ‘Se humilló a sí mismo’”, dijo el Papa nada más comenzar su homilía.
Sobre esto, explicó que se trata de “la humillación de Jesús”, una palabra que “nos desvela el estilo de Dios y del cristiano: la humildad”.
Y sobre este ‘estilo’ destacó que “nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde” porque “humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades”.
El Santo Padre aclaró que esto ya se puede observar en el Libro del Éxodo cuando Dios escucha todas las murmuraciones del pueblo de Israel. Unas quejas que “estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la libertad”.
Por eso, “en esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será ‘santa’ también para nosotros”.
A continuación, Francisco adelantó algunos de los acontecimientos de los que los fieles serán testigos al asistir estos próximos días a las celebraciones. “Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado”.
También “escucharemos cómo Pedro, la ‘roca’ de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios”.
Precisamente, “esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación”.
Volviendo a la actitud de Cristo, que tomó “la condición de siervo”, el Obispo de Roma aclaró que, “en efecto, la humildad quiere decir servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, ‘despojándose’, como dice la Escritura”.
“Esta es la humillación más grande. Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito. Es la otra vía”, alertó el Papa.
“El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, también nosotros podemos vencer esta tentación, no solo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida”.
Una de las propuestas para hacerlo fue que “nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una persona con discapacidad. Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne”.
Un ejemplo que también se puede ver en los perseguidos. “Pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de hoy: no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar de ‘una nube de testigos’”.



“Como ellos, emprendamos también nosotros con decisión este camino, movidos por el amor a nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros”, concluyó.

domingo, 8 de marzo de 2015

Papa Francisco: “Un mundo donde las mujeres son marginadas es estéril”

 “Un mundo donde las mujeres son marginadas es un mundo estéril”, dijo con fuerza el Papa Francisco esta mañana en el Vaticano.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada 8 de marzo, el Pontífice envió un cariñoso saludo a  todas las mujeres después de rezar el Ángelus.
“¡Hoy, 8 de marzo, ¡un saludo a todas las mujeres!”, exclamó desde la ventana del Apartamento Papal que mira a la Plaza de San Pedro.
“A todas las mujeres que cada día buscan construir una sociedad más humana y acogedora. Y un agradecimiento fraternal también a aquellas que de mil maneras testimonian el Evangelio y trabajan en la Iglesia”.
El Santo Padre aseguró a continuación que “esta es para nosotros una ocasión para confirmar la importancia y la necesidad de su presencia en la vida”.
“Un mundo donde las mujeres son marginadas es un mundo estéril porque las mujeres no solo llevan la vida sino que nos transmiten la capacidad de ver más allá, nos transmiten la capacidad de entender el mundo con ojos distintos, de escuchar las cosas con un corazón más creativo, más paciente, más tierno”, dijo.
El Papa concluyó sus palabras ofreciendo “una oración y una bendición particular para todas las mujeres aquí presentes en la plaza y para todas las mujeres”.

sábado, 7 de marzo de 2015

El Papa Francisco nombró nuevos obispos en Estados Unidos, Mexico, Brazil y Honduras

El Papa Francisco nombró nuevo Nuncio Apostólico en Estados Unidos, Mexico, Brazil y Honduras
 El nuevo Obispo de San Diego a Mons. Robert W. McElroy, hasta ahora Obispo Auxiliar de San Francisco en Estados Unidos.
Mons. McElroy nació en San Francisco, California, el 5 de febrero de 1954. Se formó en el Saint Joseph Minor Seminary. Se licenció en Historia por la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts en 1975, y realizó un máster en Historia por la Universidad de Stanford en Palo Alto, también en California.
Se licenció además en estudios eclesiásticos por el Saint Patrick Seminary en Menlo Park, California. Por otro lado, estudió Teología en la Jesuit School of Theology en Berkeley en 1985.
Es Doctor en Teología Moral por la Universidad Gregoriana de Roma y Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Stanford.
Fue ordenado sacerdote el 12 de abril de 1980 en la arquidiócesis de San Francisco y desde entonces desarrolló diversos encargos. Entre ellos vicario parroquial de Santa Cecilia; Secretario personal del Arzobispo John R. Quinn, y consultor de la arquidiócesis, entre otros.
Con 61 años de edad, Mons. Robert W. McElroy liderará la diócesis de San Diego luego de que su predecesor, Mons. Cirilo Flores falleciera de cáncer en septiembre del año pasado.
El nuevo Obispo tendrá a su cargo a una población aproximada de casi un millón de católicos, lo que convierte a San Diego en una de las diócesis más grandes de Estados Unidos.
El nuevo Obispo Auxiliar de Tlalnepantla, en México, al sacerdote P. Jorge Cuapio Bautista, de la diócesis de Texcoco.
El Papa Francisco aceptó la renuncia de su predecesor, Mons. Francisco Ramírez Navarro, por haber cumplido 75 años, edad que marca el Código de Derecho Canónico para presentar la renuncia al Pontífice.
El Obispo electo nació el 6 de abril de 1967 en Santa Ana Chiahutempan, Tlaxcala. Estudió Filosofía en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) de 1984 A 1988 y realizó estudios en Teología por la Universidad Pontificia de México (UPM) de 1989 a 1992.
A su vez, estudió Teología del Matrimonio y de la Familia en la SEDE Central del Instituto Juan Pablo Segundo para el matrimonio y la familia, en Roma de 2012 a 2014.
Mons. Jorge Cuapio Bautista recibió la ordenación sacerdotal el 15 de Agosto de 1992 y desde entonces ha desempeñado diversos cargos. Vicario Parroquial en San Salvador Atenco y después párroco. Párroco de San Bartolomé Tequisistlán, Tezoyuca Edo. de México y Decano del Decanato Atenco.
Por su parte, la diócesis brasileña de Colatina cuenta con un nuevo Obispo nombrado por el Papa Francisco: Mons. Joaquim Wladimir Lopes Dias, que era hasta ahora Obispo Auxiliar de Vitoria.
El Prelado nació el 23 de octubre de 1957 en Cafelândia, en la diócesis de Lins, en el Estado de São Paulo.
Se licenció en Administración de Hacienda por la Facultad de Ciencias Económicas de Jundiaí y después procedió a estudiar Filosofía.
Cursó estudios de Teología en el Instituto Teológico Salesiano Pío XI en São Paulo y el 12 de diciembre de 1997 recibió la ordenación sacerdotal.
A partir de entonces, ha sido Vicario Parroquial de São Sebastião en Itupeva (1997-1998); Coordinador diocesano del Movimiento de Cursillos de Cristiandad y párroco de São Francisco de Assis a Campo Limpo. Fue Rector del Seminario diocesano Nossa Senhora do Desterro (2006-2009) y Vicario General, así como administrador diocesano en 2009.
El 21 de diciembre de 2011 fue nombrado Obispo Auxiliar de Vitória (Brasil), recibiendo la ordenación episcopal el 4 de marzo de 2012.
El Papa Francisco nombró en Honduras a Mons. Novatus Rugambwa, hasta ahora Nuncio en Angola, São Tomé y Príncipe.
El nuevo Nuncio nació el 8 de octubre de 1957, en Bukoba, Tanzania, y fue ordenado sacerdote el 6 de julio 1986 en dicha diócesis. Se licenció en Derecho Canónico y en 1987 comenzó sus estudios en la Pontificia Academia eclesiástica para estudios diplomáticos.
Comenzó a trabajar como diplomático en la Santa Sede el 1 de julio de 1991 y sirvió en las misiones diplomáticas en Panamá, República del Congo, Pakistán, Nueva Zelanda e Indonesia.
El 28 de junio de 2007 fue nombrado por Benedicto XVI Subsecretario en el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
El 6 de febrero de 2010 fue nombrado Nuncio en São Tomé y Príncipe y  en Angola el 20 de febrero de 2010.
Fue ordenado obispo el 18 de marzo de 2010.

viernes, 6 de marzo de 2015

Papa Francisco al Camino Neocatecumenal: ¡Cuánta necesidad tiene el hombre de hoy de sentir que Dios lo ama!


El Papa Francisco recibió este viernes a miles de fieles del Camino Neocatecumenal, incluyendo a 200 familias de este movimiento que irán en misión a diversos países del mundo. En su discurso, el Santo Padre les recordó la urgencia de anunciar el Evangelio y les recordó que las personas en la actualidad necesitan saber que Dios las ama y que el amor es realmente posible.
A continuación y gracias a Radio Vaticano, el texto completo de las palabras del Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas, buenos días a todos, y gracias, muchas gracias
Los saludo a todos cordialmente y ante todo quiero decirles gracias por haber venido a encontrarse con el Papa. La tarea de Pedro es la de confirmar a los hermanos en la fe. Así también ustedes con este gesto han querido pedirle al Sucesor de Pedro confirmar su llamada, sostener su misión, bendecir su carisma. Y yo hoy confirmo vuestra llamada, sostengo vuestra misión y bendigo vuestro carisma.
¡Y lo quiero hacer! Lo hago, no porque él me ha pagado (señalando al fundador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello): ¡no! Lo hago porque quiero hacerlo. Irán en nombre de Cristo a todo el mundo a llevar su Evangelio: ¡Que Cristo los preceda, los acompañe y haga cumplir esa salvación de la cual son portadores!
Juntos a ustedes saludo a los cardenales y a los obispos que los acompañan hoy y que en sus diócesis apoyan su misión. En particular, saludo a los iniciadores del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello y Carmen Hernández, junto con el Padre Mario Pezzi: también a ellos les expreso mi aprecio y mi aliento por todo lo que, a través del Camino, están haciendo en beneficio de la Iglesia. Yo digo siempre queel Camino Neocatecumenal hace un gran bien a la Iglesia.
Nuestro encuentro de hoy es un envío misionero, en obediencia a lo que Cristo nos ha pedido: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado se salvará» (Mc 16, 15-16).
Y estoy muy contento de que esta misión suya se desarrolle gracias a familias cristianas que, reunidas en comunidad, tienen la misión de dar los signos de la fe que atraen a los hombres hacia la belleza del Evangelio, según las palabras de Cristo: «Ámense como yo les he amado;  en esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos», (cfr. Jn 13,34), y «Que todos sean uno… para que el mundo crea» (cfr. Jn 17,21).
Estas comunidades, llamadas por los obispos, están formadas por un presbítero y por cuatro o cinco familias, con hijos también grandes, y constituyen una “missio ad gentes”, con un mandato a evangelizar a los no cristianos. Los no cristianos que nunca han escuchado hablar de Jesucristo y los muchos no cristianos que han olvidado quién era Jesucristo: “no cristianos bautizados” a quienes la secularización, la mundanidad y tantas otras cosas han hecho que olviden la fe. ¡Despierten esa fe!
Pues, aún antes que con la palabra, es con su testimonio de vida que manifiestan el corazón de la revelación de Cristo: que Dios ama al hombre hasta entregarse a la muerte por él y que ha sido resucitado por el Padre para darnos la gracia de dar nuestra vida a los demás.
De este gran mensaje el mundo de hoy tiene una extrema necesidad. ¡Cuánta soledad, cuánto sufrimiento, cuánto alejamiento de Dios en tantas periferias de Europa y de América y en tantas ciudades de Asia! ¡Cuánta necesidad tiene el hombre de hoy, en toda latitud, de sentir que Dios lo ama y que el amor es posible! Estas comunidades cristianas, gracias a ustedes, familias misioneras, tienen la tarea esencial de hacer visible este mensaje. ¿Y cuál es el mensaje? Cristo está resucitado, Cristo vive, Cristo está entre nosotros.
Ustedes han recibido la fuerza de dejar todo y de partir hacia tierras lejanas gracias a un camino de iniciación cristiana, vivido en pequeñas comunidades, en las que han vuelto a descubrir las inmensas riquezas de su Bautismo. Este es el Camino Neocatecumenal, un verdadero don de la Providencia a la Iglesia de nuestro tiempo, como ya lo han afirmado mis Predecesores; especialmente San Juan Pablo II cuando dijo: “Reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy” (Epist Siempre 30 de agosto de 1990: AAS 82 [1990], 1515).
El Camino se basa en aquellas tres dimensiones de la Iglesia que son la Palabra, la Liturgia y la Comunidad. Por eso la escucha obediente y constante de la Palabra de Dios; la celebración eucarística en pequeñas comunidades después de las primeras Vísperas del domingo, la celebración de los laudes en familia en la jornada del domingo con todos los hijos, y el compartir la propia fe con otros hermanos, originan los muchos dones que el Señor les ha prodigado, así como las numerosas vocaciones al presbiterio y a la vida consagrada. Ver todo esto es un consuelo, porque confirma que el Espíritu de Dios está vivo y operante en su Iglesia, también hoy, y que responde a las necesidades del hombre moderno.
En varias ocasiones he insistido en la necesidad que tiene la Iglesia de pasar de una pastoral de simple conservación a una pastoral decididamente misionera (cf. ibíd., N. Evangelii gaudium, 15). Es lo más importante que debemos hacer si no queremos que las aguas se estanquen en la Iglesia. Cuántas veces, en la Iglesia, tenemos a Jesús dentro y no lo dejamos salir… ¡Cuántas veces! Esta es la cosa más importante por hacer si no queremos que las aguas se estanquen en la Iglesia.
El Camino desde hace años está realizando estas missio ad gentes entre los no cristianos, para una implantatio Ecclesiae, una nueva presencia de Iglesia, allí donde la Iglesia no existe o ya no es capaz de llegar a la gente.
“¡Cuánta alegría nos dan con su presencia y actividad!” -  les dijo el beato Papa Pablo VI en la primera audiencia con ustedes (8 de mayo 1974: Enseñanzas del Papa Pablo VI, XII [1974], 407). También yo hago mías estas palabras y los animo a seguir adelante, confiándolos a la Santísima Virgen María, que inspiró el Camino Neocatecumenal. Ella intercede por ustedes delante de su Hijo divino.
Queridísimos, que el Señor los acompañe. ¡Vayan con mi Bendición!

Papa Francisco: La persona es siempre preciosa también en la vejez y la enfermedad

A mediodía de este jueves, el Papa Francisco recibió en audiencia a los participantes en la 20° Asamblea General de la Pontificia Academia por la Vida que se ha celebrado este año con el lema “La asistencia a los ancianos y los cuidados paliativos”.
En su discurso, señaló que “el abandono es la 'enfermedad' más grave del anciano, y también la injusticia más grave que puede  sufrir: aquellos que nos han ayudado a crecer no deben ser abandonados cuando tienen necesidad de nuestra ayuda”.
A su vez, indicó que “un estado no puede pensar enriquecerse con la medicina. Al contrario, no hay deber más importante para una sociedad que el de proteger a la persona humana”.
Un día después de hablar de los ancianos en la Audiencia General del miércoles en la Plaza de San Pedro, volvió a hablar del asunto en este encuentro, en el que también dedicó tiempo a los cuidados paliativos.
“Los cuidados paliativos son expresión de las actitudes propiamente humanas de hacerse cargo los unos de los otros, especialmente de quien sufre”, destacó el Papa. Así, “ello testimonia que la persona humana permanece siempre preciosa, también si está marcada por la vejez o la enfermedad”.
“La persona, de hecho, en cualquier circunstancia, es un bien para sí misma y para los otros es amada por Dios. Por eso, cuando su vida se vuelve muy frágil y se acerca el fin de la existencia terrena, sentimos la responsabilidad de asistirla y acompañarla de la mejor manera posible”.
El Pontífice recordó que el cuarto mandamiento “asegura no sólo el don de la tierra, sino sobre todo la posibilidad de disfrutar”. “La sabiduría que nos hace reconocer el valor de la persona anciana y nos lleva a honrarle, es la misma sabiduría que nos permite apreciar los numerosos dones que cada día recibimos de la mano providente del Padre, y nos hace felices”.
Sobre esto, añadió que “el precepto nos revela la relación fundamental pedagógica entre padres e hijos, entre los ancianos y los jóvenes, en referencia a la custodia y a la transmisión de la enseñanza religiosa y de sabiduría a las generaciones futuras”. Algo que es “fuente de vida y de bendición”.
Pero la Biblia
 también se refiere a los que no respetan a sus padres y sobre esto, el Santo Padre dijo: “El mismo juicio vale hoy cuando los padres se vuelven ancianos y menos útiles y son marginados hasta el abandono”.
“La palabra de Dios está siempre viva y vemos bien cómo el mandamiento es de suma actualidad para la sociedad contemporánea, donde la lógica de la utilidad impera frente a la solidaridad y la gratuidad, incluso en el interior de las familias”.
El Papa quiso dejar claro que los mandamientos “no son ataduras que encarcelan, sino palabras de vida”.
Cambiando de tema, el Pontífice dedicó una parte de su discurso a la medicina, que “tiene un rol especial en la sociedad como testimonio de la honra que se le debe a la persona anciana y a cada ser humano. Evidencia y eficiencia no pueden ser los únicos criterios que gobiernen la actuación de los médicos, ni lo son las reglas de lo sistemas sanitarios y el sueldo económico”.
Sobre la situación que viven los ancianos en la actualidad, Francisco comentó que “tienen necesidad en primer lugar de los cuidados de los familiares, cuyo afecto no puede ser sustituido ni siquiera por las estructuras más eficientes y por los operarios sanitarios más competentes y caritativos”.
En este sentido, “cuando no son autosuficientes o su enfermedad está avanzada o es terminal, los ancianos pueden disfrutar de una asistencia verdaderamente humana y recibir respuestas adecuadas a sus exigencias gracias a los cuidados paliativos ofrecidos para la integración y el soporte de los cuidados prestados a los familiares”.
Por tanto, “los cuidados paliativos tienen el objetivo de aliviar los sufrimientos en la fase final de la enfermedad, y de asegurar al mismo tiempo al paciente un adecuado acompañamiento humano”.
“Se trata -añadió el Papa- de una ayuda importante sobre todo para los ancianos, los cuales con motivo de la edad, reciben siempre menos atención de la medicina curativa y permanecen a menudo abandonados.
El Papa concluyó expresando su afecto por el trabajo científico y cultural de estas personas y animó a los especialistas y estudiantes a especializarse en este tipo de asistencia ya que los cuidados paliativos “ponen en valor a la persona”.
Invitó a todos los que trabajan en este campo a “practicar esta labor conservando de manera íntegra el espíritu de servicio y recordando que cada conocimiento médico es de verdad ciencia, en su significado más noble, solo si se pone como auxilio en vista del bien del hombre, un bien que no se alcanza nunca “contra” su vida y su dignidad”.
Una capacidad de servicio que “mide el verdadero progreso de la medicina y de toda la sociedad”, indicó el Pontífice.

jueves, 5 de marzo de 2015

Papa Francisco advierte de los peligros de la mundanidad que muchos viven hoy

Nuevamente el Papa Francisco alertó contra los peligros de la “mundanidad” en la vida de las personas, un mal que enferma el alma de las personas también en la actualidad. Lo hizo en su homilía de este jueves en la Misa celebrada en la Casa Santa Marta.
Comentando la parábola del Rico Epulón, el Pontífice explicó que “quizás fuera un hombre religioso, a su modo”. Quizás “rezaba alguna oración dos, tres veces al año, seguramente iba al Templo a hacer los sacrificios y daba grandes donativos a los sacerdotes, y ellos con aquella pusilanimidad clerical se lo agradecían y le hacían sentarse en el puesto de honor”. Pero no se acordaba de que delante de la puerta de su casa había un mendigo, conocido y lleno de llagas, “símbolo de la mucha necesidad que tenía”.
“Cuando salía de casa, quizás el auto con el cual salía tenía los cristales oscuros para no ver fuera... a lo mejor, pero no lo sé... Aunque seguramente, sí, su alma, los ojos de su alma estaban oscurecidos para no ver”.
“Sólo veía dentro su vida, y ni se acordaba de qué le había sucedido a este hombre, que no era malo: estaba enfermo. Enfermo de mundanidad. Y la mundanidad transforma las almas, hacer perder la conciencia de la realidad: viven en un mundo artificial, hecho por ellos... La mundanidad anestesia el alma. Y por esto, este hombre mundano no era capaz de ver la realidad”.
Esta situación también se vive hoy, hizo notar el Papa. “Muchas personas viven con dificultad, pero si yo tengo el corazón mundano, nunca entenderé esto. Con el corazón mundano no se puede entender la necesidad y lo que el otro necesita. Con el corazón mundano se puede ir a la iglesia, se puede rezar, se pueden hacer muchas cosas. Pero Jesús, en la Última Cena, en la oración al Padre, ¿Qué hizo? 'Por favor, Padre, protege a estos discípulos, que no caigan en la mundanidad'. Es un pecado sutil, y más que un pecado: es un estado pecador del ama”.
Francisco explicó entonces los “dos juicios” que hay en esta historia: “una maldición para el hombre que confía en el mundo y una bendición para quién confía en el Señor. El hombre rico aleja su corazón de Dios: 'su alma está desierta', una 'tierra de sal donde nadie puede vivir”.
Los mundanos, en verdad, están solos con su egoísmo”. Ellos “tienen el corazón enfermo, muy atacado por este modo de vivir mundano que difícilmente podía sanar”. Al contrario, “mientras el pobre tenía un nombre, Lázaro, el rico no tenía nada: no tenía nombre, porque los mundanos pierden el nombre. Solamente son uno más de la muchedumbre, que no tienen necesidad de nada. Los mundanos pierden el nombre”.
El Papa alertó de que los mundanos quieren hechos extraordinarios, pero “en la Iglesia todo es claro, Jesús ha hablado claramente: éste es el camino. Pero al final hay una palabra de consuelo”.
A pesar de haber perdido el nombre, “no estamos huérfanos”.
“Hasta el final, hasta el último momento existe la seguridad de que tenemos un Padre que nos espera. Confiemos en Él. Nos llama 'hijo', en medio de esa mundanidad: 'hijo'. No estamos huérfanos”.

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miércoles, 4 de marzo de 2015

Papa Francisco: Una sociedad que descarta ancianos porta el virus de la muerte

La catequesis que el Papa Francisco pronunció este miércoles en la Audiencia General en la Plaza de San Pedro estuvo dedicada a los ancianos. “La Iglesia no puede y no quiere conformarse con una mentalidad impasible y menos aún de indiferencia y de desprecio hacia la vejez”, expresó el Pontífice.
El Papa anunció que la catequesis de este día y la del próximo miércoles estarán dedicadas a los ancianos. “Gracias a los progresos de la medicina la vida se ha alargado, pero la sociedad no se ha 'alargado' a la vida”, dijo.
“El número de los ancianos se ha multiplicado, pero nuestras sociedades no se han organizado lo suficiente para dejarles un sitio, con el respeto necesario y la concreta consideración para su fragilidad y su dignidad”.
El Papa puso en evidencia que “mientras somos jóvenes, somos inducidos a ignorar la vejez, como si fuese una enfermedad a la que tener lejos. Cuando después pasamos a ser ancianos, especialmente si somos pobres, enfermos y estamos solos, experimentamos las lagunas de una sociedad programada en la eficiencia que consecuentemente ignora a los ancianos”.
Citó luego a Benedicto XVI recordando que “visitando un asilo, usó palabras claras y proféticas: 'La calidad de una sociedad, de una civilización, se juzga también según cómo los ancianos son tratados y el lugar reservado para ellos en la vida común”.
“Y es verdad la atención a los ancianos distingue a una civilización”. “¿En una civilización hay atención al anciano? ¿Hay lugar para el anciano? Esta civilización seguirá adelante porque sabe respetar la sabiduría, la sabiduría de los ancianos. Una civilización en donde no hay lugar para los ancianos, en la que son descartados porque crean problemas... es una sociedad que lleva consigo el virus de la muerte”.
Recordó que los expertos hablan del siglo XXI como el del “envejecimiento”. “Los hijos disminuyen, los ancianos aumentan”, dijo Francisco para recordar que “la cultura del lucro insiste en que parezca que los viejos son un peso, un lastre. No sólo no producen, sino que son una carga; en definitiva, son descartados”.
El Santo Padre se refirió a su tiempo como Arzobispo de Buenos Aires: “recuerdo que, cuando visitaba los asilos, hablaba con cada uno y muchas veces escuchaba esto: '¿Cómo está usted?, ¿y sus hijos? -bien, bien. ¿Cuántos años tiene? -Muchos. - ¿Y vienen a visitarla?- Sí, sí, siempre vienen.- ¿Cuándo fue la última vez que vinieron?'. Recuerdo a una anciana que me decía: 'Bueno, en Navidad'. ¡Y estábamos en agosto! ¡Ocho meses sin ser visitada por los hijos, ocho meses abandonada!”.
El Papa recordó que en la Iglesia siempre ha existido el cuidado y la cercanía a los ancianos, así como un acompañamiento afectuoso y solidario. Una tradición que se observa en distintos pasajes de la Escritura. “Debemos despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de hospitalidad, que hagamos sentir al anciano parte viva de su comunidad”, pidió.
“Los ancianos son hombres y mujeres, padres y madres, que han estado antes que nosotros en nuestro mismo camino, en nuestra misma casa, en nuestra batalla diaria por una vida digna. Son hombres y mujeres de los que hemos recibido mucho”.
“El anciano no es un extraterrestre. El anciano somos nosotros: dentro de poco, dentro de mucho, inevitablemente, aunque no lo pensemos. Y si aprendemos a tratar bien a los ancianos, así nos tratarán bien a nosotros”.
Al final, el Papa comentó que “frágiles somos un poco todos, los viejos. Algunos, son particularmente débiles, muchos están solos, y enfermos. Algunos dependen de cuidados indispensables y de la atención de los demás. ¿Daremos por esto un paso atrás?, ¿Les abandonaremos a su destino?”.
“Una sociedad sin proximidad, donde la gratuidad y el afecto sin contrapartida -también entre extranjeros- van desapareciendo, es una sociedad perversa. La Iglesia, fiel a la Palabra de Dios, no puede tolerar esta degeneración. Una comunidad cristiana en la que la proximidad y la gratuidad no fuesen consideradas indispensables, perderían con ella su alma. Donde no hay honor para los ancianos no hay futuro para los jóvenes”.


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Papa Francisco explica cómo lograr la conversión a la que invita el Señor

El Papa Francisco reflexionó en su homilía de ayer en la Misa en la Casa Santa Marta sobre lo que debe hacer todo católico para obtener el perdón de Dios y en la necesidad de desterrar la hipocresía del corazón.
A su vez, el Papa pidió reflexionar en Cuaresma sobre “la invitación a la conversión, el don que nos dará el Señor y que es un gran perdón, y (también) en la trampa –hacer como que uno pretende convertirse– pero que toma el camino de la hipocresía”.
La lectura del Profeta Isaías que se proclamó en la celebración sirvió al Pontífice para explicar que lo que él mismo pide al pueblo es una invitación de Dios: “paren de hacer el mal, aprendan a hacer el bien”, defendiendo a los huérfanos y a las viudas, es decir, “a aquellos que nadie recuerda”, entre los que también se encuentran “los ancianos abandonados”, “los niños que no van a la escuela” y aquellos “que no saben santiguarse”.
“Entonces, ¿cómo puedo convertirme? '¡Aprendan a hacer el bien!'. La conversión. La suciedad del corazón no se elimina como se hace con una mancha: vamos a la tintorería y salimos limpios... Se quita con 'hacer': ir por un camino distinto, otra calle distinta a la del mal. '¡Aprended a hacer el bien!'”.
A continuación, Francisco respondió a la pregunta “¿Y cómo hago el bien?”. “¡Es sencillo! Busquen la justicia, socorran al oprimido, hagan justicia con el huérfano, defiendan la causa de la viuda'”.
“Háganles justicia a ellos, vayan donde están las llagas de la humanidad, donde existe tanto dolor... Y así, haciendo el bien, lavarás tu corazón”.
En este sentido, el Papa dijo: “Si tú haces esto, si tu vienes por este camino, al cual yo te invito -nos dice el Señor- 'también si vuestros pecados fuesen rojos como escarlata, se transformarán en blancos como la nieve'”.
“Es una exageración, el Señor exagera: ¡pero es la verdad!”. El Señor nos otorga el don de su perdón. El Señor perdona generosamente. 'Yo te perdono hasta aquí, después veremos lo demás...' ¡No, no! ¡El Señor perdona siempre todo! ¡Todo!, pero si quieres ser perdonado, debes comenzar el camino de hacer el bien. ¡Este es el don!'.
Sobre el Evangelio del día en el que Jesús advierte contra los que quieren siempre tener los primeros puestos, el Papa explicó que “todos somos astutos y siempre encontramos un camino que no es justo, para parecer más justos de aquello que pensamos: es el camino de la hipocresía”.
“Estos pretenden convertirse, pero su corazón es una mentira: ¡son mentirosos! Su corazón no pertenece al Señor; pertenece al padre de todas las mentiras: a Satanás”.
El Papa aseguró que “muchas veces Jesús prefería a los pecadores antes que a estos. ¿Por qué? Los pecadores decían la verdad sobre ellos mismos. '¡Aléjate de mi Señor que soy un pecador!': lo dijo Pedro, una vez. ¡Pero estos nunca dicen eso!”. En su lugar dicen: “Te doy gracias Señor porque no soy pecador, porque soy justo...”.

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martes, 3 de marzo de 2015

¿Juzgas a los demás? El Papa Francisco tiene algo que decirte

En la homilía de la Misa que presidió el lunes en la capilla de la Casa Santa Marta en donde reside, el Papa Francisco reflexionó sobre la costumbre que existe de juzgar o acusar a los otros olvidando el pecado personal.
El Pontífice destacó que “cuando uno aprende a acusarse a sí mismo es misericordioso con los demás: 'Pero, ¿quién soy yo para juzgarlo si yo soy capaz de hacer cosas peores?”.
Esta pregunta responde a la propia exhortación de Jesús en el Sermón de la Montaña: El Papa Francisco pidió que en el tiempo de Cuaresma “el Señor nos dé la gracia de aprender a acusarnos”, siendo conscientes de que somos capaces “de las cosas más malvadas” y decir: 'Ten piedad de mi, Señor, ayúdame a avergonzarme y dame misericordia, así podré tener misericordia con los demás”.
El Pontífice dijo en su homilía que las lecturas del día hablan de la misericordia y recordó que “todos somos pecadores”, no “en teoría” sino en la realidad. Esto indica “una virtud cristiana, de hecho más que una virtud”, la “capacidad de acusarse a sí mismo”.
En este sentido, afirmó que “todos somos maestros, somos doctores en justificarnos a nosotros mismos: 'Pero yo no he sido, no, no es culpa mía, pero sí, pero no era mucho, eh... Las cosas no son así...'”.
“Todos tenemos una excusa sobre nuestras faltas, nuestros pecados, y muchas veces somos capaces de poner esa cara de 'Yo no he sido', cara de 'Yo no lo he hecho, quizás ha sido otro': hacerse el inocente. Y así no se puede avanzar en la vida cristiana”.
El Papa denunció que “es más fácil acusar a los demás y sin embargo sucede algo un poco extraño”:  “Cuando comenzamos a ver de qué cosas somos capaces”, al principio “nos sentimos mal, sentimos asco” y pero después “nos da paz y salud”.
Francisco puso un ejemplo para hacer sus palabras más comprensibles: “cuando encuentro en mi corazón alguna envidia y sé que esta envidia es capaz de hablar mal de los demás y matarlo moralmente”. Esto es la “sabiduría de acusarse a sí mismo”.
“Si nosotros no aprendemos este primer paso de la vida, nunca, nunca daremos pasos en el camino de la vida cristiana, de la vida espiritual”.
Por tanto, “el primer paso es acusarse a sí mismo”, pero “sin decirlo, ¿no?”. “Yo y mi conciencia. Voy por la calle, paso delante de una cárcel: 'Y estos, ¿se lo merecen?'. ¿Pero sabes que si no fuese sido por la gracia de Dios tú estarías ahí?”.
“¿Has pensando que eres capaz de hacer las cosas que ellos han hecho, incluso todavía peor? Esto es acusarse a sí mismo, no esconderse a uno mismo las raíces de pecado que habitan en nosotros, las muchas cosas que somos capaces de hacer, también si no se ven”.
A todo esto se añade la necesidad de avergonzarse ante Dios. “'A ti, Señor, nuestro Dios, la misericordia y el perdón. La vergüenza para mí y a ti la misericordia y el perdón. Este diálogo con el Señor nos hará bien hacerlo en esta Cuaresma: acusarse a sí mismo. Pidamos misericordia”.

lunes, 2 de marzo de 2015

Nunca es demasiado tarde para volver.

Los católicos no practicantes y aquellos que por diversas razones están alejados de la Iglesia tienen una especial invitación del Papa Francisco para “volver a casa” en este tiempo de Cuaresma, un momento especial para la conversión y la reconciliación.
“Con mucha frecuencia la gente tiene miedo de volver a la Iglesia o al sacramento de la Confesión porque sienten que, como han estado fuera mucho tiempo, no hay vuelta atrás”, afirma el P. Geno Sylva, encargado de la sección en inglés del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
“Esta iniciativa hará que la gente sepa que nunca es demasiado tarde y que siempre hay la posibilidad de volver”, dijo el sacerdote.
“24 horas para el Señor” es un evento anual que se realiza en el cuarto viernes y sábado de Cuaresma, que se inició el año pasado, bajo el auspicio del dicasterio y alentado por el Papa Francisco que sorprendió a todos al ser él el primero en confesarse en la Basílica de San Pedro en 2014.
Este año el evento se realizará los días 13 y 14 de marzo bajo el lema “Dios rico en misericordia”, un tema que “es muy importante para nuestro Santo Padre”, afirma el P. Sylva
El evento, que se espera sea replicado en todo el mundo, hará que todas las iglesias de Roma permanezcan abiertas para que los fieles tengan la posibilidad de confesarse y de participar en la Adoración Eucarística con material preparado específicamente para la ocasión.
El sacerdote recordó que el año pasado tuvo la oportunidad de confesar en la Iglesia de Santa Inés de la Agonía: “fue increíblemente emotivo e inspirador ver a tanta gente que volvía al sacramento después de décadas. Cuando les preguntaba la razón, muchos me dijeron que era porque el Papa los había invitado y efectivamente así fue. Lo hizo en el Ángelus del domingo anterior”.

“El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad”, dice el Papa Francisco

Al presidir el rezo del Ángelus ayer, frente a los miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco aseguró que “el camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad”.
El Santo Padre pidió que “no lo olvidemos: ¡el camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad! Habrá siempre en medio una cruz, las pruebas, pero al final siempre nos lleva a la felicidad. ¡Jesús no nos engaña! Nos ha prometido la felicidad y nos la dará, si nosotros seguimos su camino”.
“En este segundo domingo de cuaresma, la Iglesia nos indica la meta de este itinerario de conversión, es decir, la participación a la gloria de Cristo, en quien resplandece el rostro del Siervo obediente, muerto y resucitado por nosotros”.
El Papa destacó que “el texto evangélico narra el evento de la Transfiguración, que se ubica en el culmen del ministerio público de Jesús. Él se encuentra en camino hacia Jerusalén, donde se cumplirán las profecías del ‘Siervo de Dios’ y se consumará su sacrificio redentor”.
“La gente no entendía esto y frente a las perspectivas de un Mesías que contrasta con sus expectativas terrenas, lo han abandonado. Porque ellos pensaban que el Mesías habría sido un liberador del dominio de los romanos, liberador de la patria”.
Esta perspectiva de Jesús, indicó Francisco, “no le gustaba a la gente y lo dejan. Incluso los apóstoles no entienden las palabras con las cuales Jesús anuncia el cumplimiento de su misión en la pasión gloriosa. No entienden”.
“Entonces Jesús toma la decisión de mostrar a Pedro, Santiago y Juan una anticipación de su gloria, aquella que tendrá después de la Resurrección, para confirmarlos en la fe y alentarlos a seguirlo en el camino de la prueba, en el camino de la Cruz. Y así sobre un monte alto, en profunda oración, se transfigura delante de ellos: su rostro y toda su persona irradian una luz resplandeciente”.
El Papa señaló que “los tres discípulos se asustan, mientras una nube los envuelve y de lo alto resuena – como en el bautismo del Jordán – la voz del Padre: ‘Este es mi Hijo, el amado: ¡escúchenlo!’”.
“Y Jesús es el Hijo hecho Servidor, enviado al mundo para realizar por medio de la Cruz el plan de salvación. ¡Para salvarnos a todos nosotros! Su plena adhesión a la voluntad del Padre hace que su humanidad sea transparente a la gloria de Dios, que es el Amor”.
El Santo Padre indicó que “así Jesús se revela como el ícono perfecto del Padre, la irradiación de su gloria. Es el cumplimiento de la revelación; por ello junto a Él transfigurado aparecen Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas. Esto significa que todo termina e inicia en Jesús, en su Pasión y en su Gloria”.
“El mensaje para los discípulos y para nosotros es este: ‘!Escuchémoslo!’. Escuchar a Jesús. Es Él el Salvador: síganlo. Escuchar a Cristo, de hecho, significa asumir la lógica de su misterio pascual, ponerse en camino con Él para hacer de la propia existencia un don de amor para los demás, en dócil obediencia a la voluntad de Dios, con una actitud de desapego de las cosas mundanas y de libertad interior”.
“En otras palabras, es necesario, estar listos a ‘perder la propia vida’, donándola para que todos los hombres se salven y nos encontremos en la felicidad eterna”.
Francisco alentó a que “con Pedro, Santiago y Juan subamos también nosotros al monte de la Transfiguración y permanezcamos en contemplación del rostro de Jesús, para recibir el mensaje y traducirlo en nuestra vida; para que también nosotros podamos ser transfigurados por el Amor”.
“En realidad el Amor es capaz de transfigurar todo: ¡el Amor transfigura todo!”.
“¿Creen ustedes en esto? ¿Creen?”, preguntó Francisco a los fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
“Me parece que no creen tanto por aquello que escucho. ¿Creen que el Amor transfigura todo? Bien, ahora veo. Nos sostenga en este camino la Virgen María, a quien ahora invocamos con la oración del Ángelus”, finalizó.

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